On July 7, 2012 I boarded a plane expecting to have a week full of having fun with friends, practicing my Spanish, and possibly even helping out some kids.  Little did I know that that airplane would take me to a place where my heart would be drastically changed.

 During that week, something inside of me began to shift and I was not fully aware of it until the second time I visited La Casa.  The relationships I had begun to form in July with many of the girls of La Casa were quickly established through sleep-overs, sing-alongs, and grapefruit bowling.

Once I got home I could not even find the words to explain my love for my new-found friends.  Luckily, last week, I had a wonderful opportunity to take my dad and show him what I love about La Casa.  While we were there, my dad asked me what I like most about La Casa and I had to think.  A million things raced through my mind.  Well, I love the kids, and the food is pretty great, but I couldn’t pinpoint exactly what kept me coming back.  Now that I am home, the only thing I want is to go back.

 I have realized since I have been home that what I like most about it is the grace and love you witness when you talk to a child that has been through hell and back and you see them smile.  A grace that heals the broken and a love that rescues the perishing can only be given by a perfect Heavenly Father.  When I visited La Casa De Mi Padre, I witnessed God’s unfailing grace and love through the eyes of the girls I have grown so close with.  I am counting down the days until I can get on another airplane that will take me to the place where God changed my heart.

By Allie Stanley

El lugar donde Dios cambió mi corazón

El 7 de Julio de 2012 tome un avión con la idea de tener una semana llena de diversión con mis amigos, practicar mi español y posiblemente ayudar algunos niños y niñas. Mas no sabía que ese avión me llevaría a conocer el lugar en que mi corazón sería completamente cambiado.

Durante esa semana,  algo dentro de mi comenzó a cambiar y no me dí cuenta hasta la segunda vez que visité La Casa. La relación que comenzó a formarse desde el mes de julio con muchas de las niñas de La Casa se estableció rápidamente cuando compartimos tiempo en pijamadas,  canciones y jugamos al boliche.

No puedo encontrar las palabras para explicar el amor para mis nuevas amigas. Afortunadamente la semana pasada,  tuve la maravillosa oportunidad de llevar a mi papá y mostrarle a él porque amo La Casa. Mientras estuvimos ahí, mi papá me pregunto qué era lo que me gustaba más de ese lugar y yo tuve que pensarlo. Millones de cosas pasaron por mi cabeza, bueno me encantan los niños y la comida es muy buena, pero no pude definir qué era lo que me hizo volver. Ahora que estoy en mi casa, la única cosa que quiero es regresar.

Hoy me doy cuenta que lo que más me gusta es la gracia y el amor que uno experimenta cuando habla con los niños y niñas, verlos sonreír a pesar de todas las cosas que han tenido que pasar en sus vidas.   La gracia que sana a los quebrantados y un amor que rescata a los perdidos solo puede ser dada por nuestro  Padre Celestial que es perfecto. Cuando visité La Casa de mi Padre, fui testigo de esa gracia inagotable de Dios y el amor a través de la mirada de las niñas. Estoy contando los días hasta que pueda conseguir otro avión que me lleve al lugar donde Dios cambió mi corazón.

By Allie Stanley