Life is messy. At La Casa, we believe that we all need accompaniment along the road to healing and redemption. Each one of chooses our own protective modes of dealing with our past hurts and pain. Each one of us needs a new perspective so that we can begin to see the hope Christ offers. Each one us needs to be held accountable for the choices we make in that journey. Each one of us needs encouragement to keep going when all we want to do is quit and hide. Each one of needs a shoulder to cry on, ears to dump all of the ugly that chews at our core inner being. Each one of needs someone to help us see progress and celebrate the victories. It is not easy. It is not perfect. It is not instant. It’s actually tough. Each one’s journey is unique, thus no perfect timing or path. The promise through it all? A healed heart that can live fully again.
This week, our direct care staff grew. A new tío and two new tías joined our team, each one agreeing to walk alongside the children and adolescents entrusted to us. With their youthful energy and passion to serve, they have committed to being the hands and feet of Christ as they live, love, cry and celebrate with our children. They will listen, respond, question, clarify in attempt to really understand our kids and their journey. They will need eyes for the detail. They will need hearts of concern, feet that stand firm, and lips that pray continually. They will mentor to the fullest degree. Our hope? Restored lives; true restoration that only Christ can offer.
When we read about healing that Jesus gave during His time on earth,
we see that He often just spoke words of healing. He also showed His compassion through hugs and gentle touch. He healed physically, emotionally, and above all, spiritually. He taught us to look to our Father in heaven who surrounds us with His love, even in a broken world.
Rodeados de amor
La vida es complicada. En La Casa sabemos que todos necesitamos compañía en el camino de la sanidad y la restauración. Cada uno elige su propio modo de protección de tratar con nuestras heridas del pasado y el dolor. Cada uno de nosotros necesita una nueva perspectiva para que podamos comenzar a ver la esperanza que Cristo ofrece. Cada uno necesita rendir cuentas por las decisiones que tomamos en ese viaje. Cada uno de nosotros necesita estímulo para seguir adelante cuando todo lo que queremos hacer es dejarlo todo y ocultarnos. Cada uno necesita un hombro para llorar, oídos para compartir todo lo que esta en nuestro interior. Cada uno necesita a alguien que nos ayude a ver el progreso y celebrar las victorias. No es fácil. No es perfecto. No es instantáneo. En realidad es difícil. El viaje de cada uno es único, por lo tanto no hay un tiempo o una ruta perfecta. La promesa a pesar de todo? Un corazón sano que puede vivir plenamente de nuevo.
Esta semana, nuestro personal de cuido de los chicos creció. Un nuevo tío y dos tías nueva se unieron a nuestro equipo, cada uno esta de acuerdo en caminar al lado de los chicos que se nos confían. Con su energía juvenil y la pasión de servir, se han comprometido a ser las manos y los pies de Cristo, para vivir, amar, llorar y celebrar con nuestros chicos. Estarán dispuestos a escuchar, responder preguntas preguntar, aclarar en el intento de comprender realmente a nuestros chicos y su viaje. Tendrán ojos agudizados. Necesitarán corazones que se interesen, pies fuertes para mantenerse firmes y los labios que oren continuamente. Ellos serán mentores en su máxima expresión. Nuestra esperanza? Vidas restauradas, verdadera restauración que sólo Cristo puede ofrecer.
Cuando leemos acerca de las sanidades que Jesús realizó durante su tiempo en la tierra, vemos que a menudo daba palabras de restauración. Él mostró Su compasión a través de abrazos y toques suaves. Él sanó físicamente, emocionalmente, y, sobre todo, espiritualmente. Él nos enseñó a ver a nuestro Padre en el cielo como un padre que nos rodea con su amor, incluso en un mundo roto.
Reblogueó esto en Mil Historiasy comentado:
Add your thoughts here… (optional)