“Feliz Día de la Madre” fue la frase para este pasado domingo. Y no creo que ninguno de nosotros esperara celebrar el Día de la Madre, ni ningún día, en cuarentena domiciliar por COVID-19. En una época en la que todo es “instantáneo”, todos estábamos preparados para que esto terminara incluso antes de que empezara a impactar en nuestras vidas, en el mundo entero, de la forma en que lo ha hecho. Pero aún así, aquí estamos, en El Salvador estamos en la octava semana de encierro por ley, y todos nos asustamos cada vez que aquí se ponen nuevas restricciones.

Pero queremos tomarnos un momento y celebrar a las mamas que sirven de madres a los niños en las casas de La Casa. Rosa Elena, Milagro y Priscilla son mujeres amorosas, valientes, llenas de esperanza y que pueden luchar sin miedo por el bienestar de cualquier niño en su casa.

 

  

Todas son grandes madres con sus propios hijos. Cada una de ellas ha sido madre y ha criado o está criando niños/jóvenes adultos que las han visto servir a los demás y a su vez tienen un gran corazón para los que sufren en este mundo. La hija de Rosa Elena escuchó por primera vez la noticia de que una de las madres con las que trabajamos armaba una tienda de plástico para dormir cuando comenzó la cuarentena e inmediatamente comenzó a buscar formas de ayudar. Está estudiando psicología y ha puesto sus esfuerzos y energía en el sistema judicial luchando por los derechos de los desfavorecidos. Y ella es sólo un ejemplo de las formas en que la batuta se pasa a la siguiente generación de estas maravillosas mujeres.

La hija de Rosa Elena coalbora en las Campañas Medicas al cuidado de los niños de la comunidad.

Pero, incluso más allá de ser madres de sus propios hijos biológicos, se han sacrificado más allá para servir como “padres de hogar”, junto con sus esposos, para niños que tienen trasfondos muy difíciles. Todo eso suena tan amoroso, y sí, hay momentos en los que es pura alegría. Pero hay muchos momentos en los que se trata de procesos de pensamiento, emociones y comportamientos que estos niños traen del pasado. Haría falta un libro para hablar de todas las formas en que el abuso, el abandono y la negligencia afectan al cuerpo, al alma y a la mente, pero digamos que no es muy bonito. No es fácil.

Cuando un niño ha sido abandonado o herido por su madre biológica, hemos experimentado que puede ser muy natural desquitarse con otras figuras de “mamá”. Y sí, esas serían nuestras madres de hogar. Experimentan muchos retrocesos, muchos sentimientos y actitudes proyectados. Pero, nuestras madres también están dispuestas a dar un paso atrás y ver que no son ellas en sí mismas. Pueden esperar pacientemente, amar como nunca antes y luchar por un cambio de corazón.

Su trabajo parece ingrato muchos días. El día a día puede estar lleno de desafíos que podrían precipitarse sobre ellas como una ola gigante, pero eligen creer. Pueden creer porque saben que la restauración de los corazones es posible. …y el tiempo que un niño pasa con su familia puede ser sólo parte del viaje hacia la sanidad, pero importa; sí, hoy importa.

Acompáñenos dando un gran gracias a nuestras tres madres de hogar. Agradezcamos juntos que hayan elegido pasar esta temporada de su vida derramando en las vidas de los niños que servimos en La Casa!