Each week this summer, teams have been connecting with our kids, working on projects, and visiting some of our families. And, for each team, and even staff members who have traveled with them, the highlight of the week has often been visiting our families. It was no different this past Friday as a group from Franklin, Tennessee headed out to visit two of our moms. The first stop was to a very humble dwelling, but the mom was so elated to welcome us into her home. She insisted that we all have a seat and chat on her box springs that she used as a bed and a wooden plank that served as a bench. She thanked the group for coming and told us how blessed she felt to have a roof over her head and a place to call home. In her past, she had been living on the streets but was determined to make a home, so she worked in a pupuseria and made weekly payments to gain permission to live on a small plot of land. She chatted and chatted, happy to play hostess as she handed the group a cup of water, the only cup in the house to share. We sat and listened…our hearts exploding. She felt value by having guests in her home. A team member bought a few of the little toy chickens she was trying to sell; her means of survival. Other team members enjoyed sharing a little time and tons of smiles and hugs with some of the neighborhood children in the street. Amazing how smiles seemed to be abundant in such a humble place, a touch so special.
After visiting for a while, we left and headed towards a city intersection where one of our moms can usually be found selling things. The team offered a cool drink and snack to those who were around, all God’s children. We chatted with several who had made that intersection their place of work. Mom gave hugs to all, seeming to long for each warm embrace. She asked about her children; and although she has been unable to care for them, she said that they were always on her mind and in her heart. Tears streamed down faces once again. It wasn’t that she didn’t care. Life circumstances can rob of us of so much.
There is so much need in our world. Questions quickly run through our minds. How can we go deep to really make a difference in lives? What we do only seems to be a drop in the bucket in this sea of need. What a day of reflection… once again broken. Would you consider praying for us we seek God’s will in this journey of working with our families? God is our strength and hope!
Ama… vive simplemente… así puedes amar aún más
Cada semana de este verano los grupos que nos visitan han estado en contacto con los chicos, trabajando en proyectos y visitando algunas de las familias. Para cada grupo aún miembros del staff que han tenido la oportunidad de viajar con ellos la expectativa se centra en la visita familiar. La semana pasada no fue la excepción con el grupo de Franklin Tennesee. La primera parada se hizo en una morada humilde pero con una madre muy emocionada de dar la bienvenida en su casa. Insistió en que todos se sentaran en su cama que realmente eran los resortes sobre cajas y un tablón de madera que habilitó como banca. Agradeció al grupo por la visita y nos expresó lo agradecida que estaba de tener un techo y un lugar al cual llamara hogar. Antes ella tuvo que vivir en las calles pero siempre con la intención de tener una casa, trabajó en una pupusería para lograr reunir lo suficiente para poder tener derecho a vivir en un pequeño trozo de tierra. Esta amorosa anfitriona habló y habló mientras ofrecía agua al grupo en la única taza que tenía, todos escuchaban atentamente…nuestros corazones estaban conmovidos. Ella se sentía importante de tener visitas en su casa. Un miembro del grupo compró unos pollitos de peluche que ella vende, para poder vivir. Otros miembros del grupo disfrutaron compartiendo sonrisas y abrazos con los niños de la comunidad. Es sorprendente la cantidad de sonrisas en un lugar tan humilde, fue una experiencia muy especial.
Después de pasar un rato allí, viajamos a una de las intersecciones de la capital donde una de nuestras mamás vende cosas. El equipo llevó refrescos y un refrigerio para los que se encontraban allí. Hablamos con varios de los que han hecho de esa calle su lugar de trabajo. La madre nos abrazó a todos, preguntó por sus pequeños y aunque sabe que no puede cuidarlos como debería nos recordó que siempre los lleva en su mente y en su corazón, las lágrimas corrieron por los rostros una vez más, y es que no es que a ella no le interesen, las circunstancias de la vida pueden robarnos mucho.
Hay mucha necesidad en este mundo. Y mil ideas cruzan por nuestras cabezas, como podemos hacer una verdadera diferencia en la vida de alguien? Parece que somos sólo una gota en este mar de necesidad. Definitivamente fué un día de reflexión…
Puedes orar por nosotros para poder seguir Su voluntad en este proceso de trabajar con las familias? Dios es nuestra Fortaleza y nuestra esperanza!
