Nos alegra presentarles a nuestros nuevos padres de hogar, casa de varones: Ceferino y Rosa Elena González. Ellos tienen dos lindos hijos Daniel y Milena
de 15 y 13 años de edad. En esta ocasión, queremos compartirles su historia, de cómo Dios durante años fue trabajando en su relación con los niños de La Casa. Desde que La Casa estaba ubicada en el centro de San Salvador, Rosa Elena nos apoyaba como voluntaria cortando el cabello de los chicos, ellos también invitaban a los niños a participar en retiros de jóvenes y buscaban otras formas de apoyarlos. Podemos notar que Dios ha estado ya trabajando en esto por bastante tiempo y no es casualidad que cuando necesitamos que una pareja tomará la responsabilidad de ser padres de hogar, Dios tenía ya a la pareja correcta, en el momento y las circunstancias precisas. Leamos su testimonio, escrito por Ceferino:
Desde hace muchos años he sido pastor en varias congregaciones, he predicado el evangelio en muchas iglesias inclusive fuera de las fronteras de mi país, pero nunca había experimentado la sensación de encarnar el evangelio de forma tan real como ahora. Nunca le había encontrado tanto significado a la palabra de Dios, que en reiteradas ocasiones nos manda a cuidar de los huérfanos, de las viudas y de los pobres. Estos pasajes me daban tantas vueltas en mi cabeza, pero estaba cómodo en mi oficina con aire acondicionado, con mis citas para aconsejar personas en lugares cómodos. Y no estoy en contra de este trabajo pastoral que ha formado parte de mi vida por mucho tiempo, pero Dios me seguía inquietando a encontrar el significado que la encarnación de Cristo ¿Cómo podía encontrar una explicación del pasaje que se encuentra en Filipenses 2:5-8? cuando Dios se despojó y tomó forma de siervo.
Dios me seguía inquietando, pero a la vez sorprendiendo, pues como familia hace cinco años recibimos la invitación formal de ser parte del ministerio de la Fundación La Casa de mi Padre, a la que dimos un rotundo no, debido a que estaba trabajando en una Iglesia como pastor de jóvenes, pero Dios nos siguió inquietando y mi esposa seguia soñando con ser parte de este ministerio. El tiempo de Dios es perfecto y nos estaba preparando para algo grande.
Luego recibimos la invitación formal de trabajar como pastor en una Iglesia en los Estados Unidos de Norteamérica, pensamos que Dios nos estaba llevando para ese lugar y pusimos todos nuestros recursos y todas nuestras fuerzas para movernos, pero en el mes de agosto el departamento de inmigración rechazó la petición de la Iglesia que me estaba invitando. Todo ese sueño se vino abajo, nuestros ánimos como familia se vieron menguados, nuevamente Dios pusó en nuestros corazones ese pasaje que se encuentra en Josué 24:15 “Si no quieren serle obedientes, decidan hoy a quién van a dedicar su vida. Tendrán que elegir entre los dioses a quienes sus antepasados adoraron en Mesopotamia, y los dioses de los amorreos en cuyo territorio ustedes viven ahora. Pero mi familia y yo hemos decidido dedicar nuestra vida a nuestro Dios.” Nuestra oración fue que queríamos servir a Dios como familia, no importaba el lugar o el país, lo único que soñábamos era servir, estar en un ministerio que estuviera interesado en restaurar la vida de las personas de una manera integral, que se preocupara por las familias.
El Miércoles 31 de octubre, recibimos la invitación nuevamente de trabajar en La Casa de mi Padre, tenemos ya casi tres meses de estar aquí y hemos encontrado como familia el verdadero significado de encarnar el evangelio. La fundación nos ha dado esta magnífica oportunidad, estos chicos nos han robado el corazón, al saber sus historias y que Dios ahora nos da el enorme privilegio de ser parte de su historia, al ver sus risas, al verlos comer, jugar, llorar, y sobre todo saber que como familia podemos ser el brazo extendido de Dios, cuando los abrazamos, reímos y lloramos con ellos, están entendiendo el verdadero significado de la palabra que dice no te dejaré ni te desampararé.
Nos sentimos privilegiados de ser parte de este proyecto que nace en el corazón mismo de Dios, cuando dice en su Palabra: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu alma y toda tu mente y a tu prójimo como a ti mismo”.
Ceferino González y familia.