¿Alguna vez te has sentado a escuchar el ritmo de las olas del océano? Se acercan, se alejan. Nos calman mientras despiertan nuestro asombro y maravilla de nuestro poderoso Dios. La naturaleza y el ritmo de la vida que sostiene tienden a aterrizarnos y nos recuerdan lo grande que es nuestro Dios y que Él tiene el control.
Hemos necesitado algo de apoyo durante los últimos seis meses de cuarentena. Los días no han sido normales, los meses no han sido normales… dejándonos con una desorientación del tiempo. Pero la semana pasada, nos sacudió la realidad de que es Agosto.
Agosto en El Salvador es el mes de la cosecha más grande: el maíz. Y mucho maíz comenzó a madurar en La Finca. De repente, cajas y sacos de maíz comienzan a ser colocados en las puertas de las casas de la zona de los jardines. Empezamos a ver a los padres de hogar, al personal y a los niños pelando maíz. Comenzaron a tomarse fotos de “Elote Loco”. El elote loco es una comida típica salvadoreña. Se hierve el maíz hasta que esté tierno y se pone en un palo. Luego se usa mayonesa, ketchup, mostaza, salsa Worcheshire y queso rallado como condimentos para terminar este colorido plato. Tamales, riguas (tortas de maíz fritas) y atol (una bebida de maíz hecha con maíz y leche) se preparaban en los hogares.
El maíz también se seca y luego se muele para hacer la harina de maíz que se utiliza para hacer tortillas. La masa de la tortilla también se rellena con frijoles, queso, carne de cerdo y otros ingredientes para crear la famosa pupusa salvadoreña. El maíz es un ritmo de la cultura salvadoreña.
Esta temporada de cosecha ha sido un despertar de cierta normalidad en medio de una pandemia mundial que sigue dando vueltas y vueltas, causando incertidumbre. Abre nuestros ojos, Señor, para ver tus ritmos. Que nos quedemos quietos y sepamos que Tú eres Dios y sigues teniendo el control.