Una de las mayores metas de La Casa es conectar a los niños con sus familiares. Los hermanos Hernández han vivido en La Casa de mi Padre por 10 años y han tenido la oportunidad de mantener una relación con alguien muy especial en sus vidas, su abuelita. Ella viene a La Casa casi todos los días de visita, pero recientemente ha estado muy mal de salud, por esta razón los chicos pidieron visitarla para orar por ella. Desde hace mucho tiempo estos seis hermanos no visitaban a su familia.

Después de una hora y media de viaje, estacionamos el microbús y luego caminamos unos diez minutos aproximadamente. Finalmente, llegamos a la casa en la que ellos habían vivido cuando eran más pequeños, rápidamente corrieron a abrazar a su abuela y a su hermanito. La familia estaba lista para compartir el almuerzo, unas ricas pupusas.

“El lugar ha cambiado, muchos de los vecinos que teníamos se han ido y he buscado algunas amigas que ya no están aquí” Nos comenta Karla.

“Me acuerdo que corría y jugaba en este jardín mientras la abuela nos cuidaba” Nos comparte Carolina.

Los chicos pidieron con insistencia visitar “La Poza”, un nacimiento de agua donde ellos solían bañarse y jugar por las tardes. Querían enseñarle a Claudia ya que ella no recuerda el lugar, pues era una bebé cuando llegó a La Casa de mi Padre. Juan Carlos y Marcelo, padres de hogar, emprendieron la aventura para visitar ese recuerdo de la infancia. ¡Estaba haciendo tanto calor que los chicos querían bañarse!

Silvia fue a visitar a una de sus mejores amigas, ella estaba muy sorprendida al darse cuenta que su amiga ya es mamá a tan corta edad. Conversaron un poco y Silvia aprovechó para animar a su amiga a ir la Iglesia.

La visita terminó y su abuelita los abrazó fuertemente a cada uno diciendo:  “Me siento tan contenta de verlos saludables, grandes y temerosos del Señor; esta ha sido la oración de toda mi vida, pues los amo como a mis propios hijos y me alegra que se hayan acordado de visitarme”.

Jornadas como esta, son parte del proceso de sanidad. La vida cambia y suceden circunstancias que están fuera de nuestro control, pero el amor hacia nuestros seres queridos permanece en nuestros corazones. ¡Gracias a Dios por caminar a nuestro lado en cada etapa de nuestra vida!

Por Diana de Rodríguez

Editado por Sharon Powell