By Lara Savitz, summer Communications intern
I may not be able to speak for my feminist peers in today’s politically correct day and age; but I, for one, enjoy being treated like a lady.
Modern society has distorted the very distinct roles that God created for men and women. Feminism causes women to develop a hardened shell as an effort to not appear weak, but in turn they become unable to embrace femininity as God intended it. Many men, especially in Latin America, have also distorted their role as leaders into one of dominance with a lack of respect for women. As a result, countless boys are growing up to be just like the male figures in their households: controlling, unfaithful and even abusive.
One of the goals of La Casa de mi Padre is to break harmful generational patterns, and they are doing just that. It has been a delight to watch the boys at La Casa growing up to be not just men, but gentlemen. For example, the other day Jen (another volunteer at La Casa) and I were carrying a large box outside when one of the boys (about half our height) ran up and took the box out of our hands to carry it himself. Of course he knew that we were capable of carrying the box, but he wanted to be a gentleman by serving us. And that is just one scenario of many.
Chivalry extends so far beyond opening doors and carrying heavy things, but it is obvious that these boys are learning it the right way. Children by nature imitate what they see in their superiors, so they are blessed to be in such an environment under the authority of house parents and Tíos who are imitating Christ. The boys are learning to be gentlemen from the men in their lives who are teaching them every day through their actions that women are to be valued and respected. And, as true biblical masculinity inspires true femininity (and vice-versa), the girls are learning to be ladies.
Jane Austen would be proud.
¡La caballerosidad no está muerta!
Por Lara Savitz, realizando una pasantía en La Casa por el verano
Quizás no pueda hablar por mis coetáneos feministas en la políticamente correcta edad de hoy; pero yo, por una, disfruto de ser tratada como una dama.
La sociedad moderna ha deformado los papeles distintos que Dios ha creado por hombre y mujer. El feminismo causa que las mujeres desarrollen un duro exterior para que no parezcan débiles, así que se vuelven incapaces de abrazar la feminidad como Dios lo intentaba. Muchos hombres, especialmente en América Latina, también han deformado su papel de líderes en uno de dominancia sin respeto para las mujeres. Como resultado, un sinfín de niños están creciendo a ser iguales a las figuras de varones en sus hogares: machistas, infieles y aun abusivos.
Una de las metas de La Casa de mi Padre es quebrantar las perniciosas pautas generacionales, y están haciendo exactamente eso. Ha sido un deleite ver como los niños en La Casa están creciendo a ser no sólo hombres, sino caballeros. Por ejemplo, hace un par de días, Jen (otro voluntario en La Casa) y yo estábamos llevando una caja grande hacia afuera cuando uno de los niños (alrededor de la mitad de nuestra talla) corrió hacia nosotros y agarró la caja de nuestras manos para llevarla por si mismo. Por supuesto que sabía que éramos capaces de llevar la caja, pero quería ser caballero por ser servicial. Y eso sólo es un escenario de muchos.
La caballerosidad extiende mucho más allá que abrir las puertas y llevar las cosas pesadas, pero es obvio que estos niños la están aprendiendo de la manera correcta. Los niños por naturaleza imitan lo que ven en sus superiores, así que están bendecidos de estar en un ambiente bajo la autoridad de Padres del Hogar y Tíos que imitan a Jesucristo. Los niños están aprendiendo ser caballeros de los hombres en sus vidas que les están enseñando cada día por sus acciones que las mujeres deben ser valoradas y respetadas. Y, ya que la verdadera masculinidad bíblica inspira la verdadera feminidad (y visa-versa), las niñas están aprendiendo ser damas.
Jane Austen sería orgullosa.